lunes, 17 de octubre de 2011

Recuerdos

Parecía que estaba en un sueño pero no es exactamente un sueño el que se ve con tanta claridad en mi mente, el aire fresco que rosaba cada parte de mi piel desnuda mientras la luna brillaba intensa sobre mí me hacía sentir demasiada tranquilidad. Este escenario me hizo pensar: "Pude ser feliz y estoy en vida muriendo y entre lágrimas viviendo, es el paisaje más horrendo de este drama sin final", de cierta manera tenía razón pero la palabra "horrendo" no era la más exacta a lo que mis ojos veían.
Debajo de mis pies lo que pude encontrar fue tierra muy obscura debido a las lluvias recientes, el pasto y la yerba alcanzaban mis tobillos, eran de espesuras distintas pero de un color verde, tan intacto como el recuerdo de unos brazos alrededor mío. También encontré insectos mientras avanzaba y todos ellos de variados tamaños, los grandes y gordos destacaban en el camino, me resultó muy desagradable, mientras seguía avanzando notaba algo extraño cada vez que pisaba, la tierra se movía.
Me dediqué a observar por un pequeño instante, mientras detenía mi andar, el lago que tenía en frente pero también pude observar los árboles, tan altos ellos y amedrentadores que danzaban con el vaivén del viento muy frondosos, árboles perennifolios seguramente, un paisaje demasiado imperfecto pero impactante. Deseé que ese instante durara por siempre pero no podía tenía que moverme de ahí porque estaba estancada en el lodo...

Tras una larga caminata encontré la orilla del lago y me senté junto a una roca bajo la luz de la luna, una extraña sensación de vacío y soledad me consumieron durante los siguientes minutos. La luna, que con sólo mencionarla ya es perfectamente bella me mostraba cada rincón de la fría noche en estos aposentos frívolos y desconcertantes para el mundo, mientras que el lago con sus pequeñas ondulaciones que mantenían mi mirada fija en esa agua que de no ser de noche y justo por la claridad del día se notaría tan diáfana como el viento, simplemente daba la impresión de estar vivo.
Mis pensamientos se perdieron una vez más en la inmensidad y negrura de mi paisaje favorito, ¿cuántas veces quise estar así? sola, muy sola donde lo único que pudiera escucharse fueran los latidos de mi corazón.


El viento intenso en su vaivén y tan gélido recorrió mi piel, me producía escalofríos, debía ser ya la hora de marcharme.